Elegir la música adecuada para un evento es una de las decisiones más importantes, y muchas veces se pasa por alto. La música tiene el poder de transformar el ambiente, conectar a las personas y dejar recuerdos imborrables. Desde mi experiencia como solista, he comprobado que no existe un repertorio “único” o “universal”: cada evento tiene su propia energía, su propio público y su propio ritmo. Por eso, es fundamental que la selección musical esté pensada en función de quiénes asisten.
Un aspecto clave es considerar el momento del evento. Por ejemplo, la música para recibir a los invitados suele ser suave, relajada y elegante, mientras que el repertorio para después de la comida o en la parte central debe ser alegre, rítmico y animado. Hay momentos para bailar, otros para emocionarse, y algunos donde simplemente se quiere acompañar con una atmósfera cálida. Saber leer esos tiempos es esencial, y es una habilidad que he desarrollado con los años.
También es importante tener en cuenta el gusto de los anfitriones. Siempre me gusta tener una charla previa con mis clientes para conocer qué géneros disfrutan, si hay canciones especiales que desean incluir, o si hay estilos que prefieren evitar. Esta conversación inicial ayuda muchísimo a crear una propuesta a medida, y eso hace que el evento sea verdaderamente personal y especial.
En algunos casos, me han pedido temas muy específicos o versiones especiales para un vals, una entrada o un brindis. Me encanta adaptar mi repertorio a esos detalles, porque sé que muchas veces una canción representa una historia, un recuerdo, una emoción muy profunda. Eso le da un valor enorme a lo que hago, y lo convierte en una experiencia única para todos.
Por eso, si estás organizando un evento y no sabés por dónde empezar con la música, te animo a que pienses en lo que querés que sientan tus invitados. ¿Querés que se emocionen? ¿Que bailen sin parar? ¿Que se sorprendan con una interpretación en vivo? Cuando la música acompaña con intención y sensibilidad, todo fluye mucho mejor, y tu evento se transforma en un momento inolvidable.